Nuestra particular llama...

Después de temerme lo peor, después de pensar que jamás volvería a rozar tus labios ni ha sentir tus ojos chillándome que me querías, te he visto. No puedes imaginar el alivio que causo tu sonrisa a mi corazón, en ese momento solo pensaba en lo imbécil que había sido unos días atrás pidiéndote que te alejaras de mi, te llegas a morir pensando que no quiero estar a tu lado y voy detrás de ti, jamás me hubiera perdonado tan gran error… Ahí me di cuenta Lucas, los grandes amores pueden ser eternos…

“A veces la llama se vuelve tan pequeña que nadie la puede ver, pero existe. A veces es tan diminuta que a penas la podemos sentir. A veces fue tan grande que nos pareció horrible no verla. Pero a pesar de todo, la llama no se apagó...”

Gracias por regresar a mi Lucas, gracias por abrirme los ojos una vez más y por dejarme seguir soñando despierta, fueron pocas las palabras pero tus miradas me lo decían todo y con saber que tu también soñaste conmigo me demostré a mi misma algo que debería saber hace mucho tiempo: solo puede ser tu niña, solo tuya mi amor… Te voy a esperar el tiempo que haga falta porqué estoy convencida que cuando vuelvas mi amor vencera a mi orgullo, mi corazón a la razón.

Gracias Sara, gracias por regresar y devolverme la vida, por sacarme de ese abismo… Me marcho por un tiempo, pero ten por seguro que solo tu ocuparás mis pensamientos y mis sueños, que será tu sonrisa lo primero que quiera ver al regresar. Anoche soñé contigo y tu mirada en esa despedida me dijo que tu también conmigo mi niña, ¿lo ves? Algo tan grande solo puede ser posible entre tu y yo.